Prólogo por Rosa María Torres

Enseñar-aprender. Lectura del mundo-lectura de la palabra. No permita que el miedo a la difultad lo paralice. Vine a hacer el curso de magisterio por que no tuve otra posibilidad. De las cualidades indispendables para el mejor. desempeño de las maestras y los maestros progresistas. Primer día de clase. De las relaciones entre la educadora y los educandos. De hablarle al educando a hablarle a él y con él; de oír al educando a ser oído por el. identidad cultural y educación. Contexto concreto-contexto teórico. una vez más, la cuestión de la disciplina. saber y crecer-todo que ver.

En esta obra el autor les habla a los docentes sobre los aspectos más delicados de la práctica educativa y lo hace con la firmeza y la generosidad que carácterizan su estilo. En contra de los tabúes que terminan produciendo profesores débiles y vacilantes, defiende la necesidad de una autoridad que nada tiene que ver con la arrogancia y que, por el contrario permite la confianza del mastro en sus propios saberes y convicciones y en su capacidad para vincularse con los alumnos y proponerles otros mundos posibles. Las cartas recuperan es sabor del diálogo y el valor de la transmisión que surge de la experiencia.

Texto en español